Rocío, a nosotras nos inspiras, ¿quieres presentarte?:
Me llamo Rocío Navarro, tengo 38 años y soy extremeña de nacimiento. Estudié en el Colegio Sagrada Familia de Badajoz y, posteriormente, Ingeniería Industrial en la Escuela de Ingenierías Industriales y en 2019 el Executive MBA de San Telmo Business School.
Soy la Directora General de Industria y Arquitectura de Arram Consultores y madre de dos niños de 10 y 8 años. He vivido siempre en Badajoz. Aquí he nacido, estudiado, formado una familia y es donde estoy desarrollado mi carrera profesional. Llevo 14 años trabajando en Arram. Comencé trabajando en el departamento técnico y actualmente formo parte de la dirección de la empresa.
Desde hace dos años soy socia de la empresa, formo parte del Comité Ejecutivo y del Consejo de Administración, lo cual supone todo un reto profesional. Me considero una persona muy activa. Siempre buscando nuevos desafíos, nuevos retos y experiencias, tanto en el plano profesional como el personal.
¿A qué querías dedicarte?, ¿Por qué elegiste tu profesión?, ¿Te imaginabas desarrollando el trabajo que realizas hoy?:
Siempre me he sentido atraída por “organizar y planificar”. Desde pequeña, en mis primeros años en el Colegio como delegada de clase, o de la Escuela de Ingenierías, con los amigos, o en casa. Ya con 12 años, cuando comencé la ESO, tenía claro que quería ser Ingeniera Industrial. En mi casa tuve el ejemplo de mi padre, que también es Ingeniero Industrial. Siempre he tenido facilidad para las ciencias y me gustaba ver cómo él o sus compañeros disfrutaban de su profesión y realizaban trabajos que me parecían tan diferentes y tan interesantes.
Relacionado con la pregunta anterior, probablemente atraída por lo que conocí en casa desde pequeña. Con el ejemplo de mi padre, como ingeniero industrial, pude conocer desde la infancia esta profesión. Entendí que era una carrera que me ofrecía muchísimas salidas profesionales. En una charla del Colegio de Ingenieros Industriales de Extremadura en la que lo acompañé, pusieron en valor que “en toda empresa hay un ingeniero industrial”. Esa idea de pensar que elegía una opción que no me limitaba ninguna puerta/salida fue un factor importante.
Me imaginaba realizando algo parecido a lo que he realizado durante estos 14 años, aunque he de matizar que no me lo imaginaba en Badajoz. Las expectativas se han cumplido y se han superado. Poder realizar el trabajo que me gusta desde mi ciudad, con la calidad de vida que tenemos, es algo maravilloso. Siempre pensé que, para realizar proyectos industriales de grandes inversiones o para grandes empresas, tendría que irme a una ciudad como Madrid. Lo que nunca me imaginé es que aprendería sobre procesos industriales como la fabricación de diamantes artificiales o supercondensadores, o que trabajaría para grandes empresas internacionales como Nestlé, Pepsico, Ba Glass o Diam Bouchage, y que estos proyectos se desarrollarían en Extremadura o desde Extremadura, sin renunciar a vivir aquí. Me considero afortunada de hacer lo que me gusta desde Extremadura.
Háblanos de tus logros y de las dificultades que has encontrado en tu carrera profesional:
El mayor logro es haber encontrado el equilibrio personal-profesional. Sentir que me estoy desarrollando profesionalmente y que al mismo tiempo disfruto de mi familia. No es fácil en esta profesión en la que el trabajo te puede absorber al 100%. Obligarme a bloquear tiempo para disfrutar de mi familia, de mis amigos, viajar y hacer deporte, mientras le dedico al trabajo el tiempo suficiente para poder seguir aprendiendo y seguir adquiriendo nuevas responsabilidades. Esto no fue fácil.
Un gran reto fue demostrar y justificar en una empresa de un sector tan maduro y masculinizado que, con un horario flexible que facilitase la conciliación, podíamos obtener un resultado igual o incluso mejor. Este ha sido un gran logro, compartido con algunas de las compañeras que formamos parte de la plantilla de Arram, me acuerdo especialmente de María José Nuñez. En 2016 conseguimos implantar el horario flexible. Es un orgullo aportar mi granito de arena para mantener en Extremadura una ingeniería de primer nivel en ámbito nacional. Ya somos más de 70 ingenieros, la mayoría extremeños, que tenemos la oportunidad de optar por quedarnos en Extremadura sin renunciar a desarrollar proyectos de primer nivel.
Las dificultades han sido las propias de esta profesión. Es un trabajo muy exigente, con un nivel de estrés muy alto y continuado en el tiempo. Siempre hay nuevos proyectos a desarrollar, con plazos muy exigentes que cumplir, con imprevistos que afrontar y solucionar de la mejor formar y en el menor tiempo posible… siempre aparecen contratiempos, nueva normativa y dificultades, y es vital ser resolutivo, ágil y eficiente.