Carmen, a nosotras nos inspiras, ¿quieres presentarte?:
¡Hola! Mi nombre es Carmen y tengo 27 años. Soy de Badajoz (Badajoz, Badajoz) y tengo la gran suerte de vivir en Extremadura, aunque ahora doy mis paseos un poquito más al norte. Mi trabajo es lo que me ha traído al Valle del Alagón: soy profesora de Lengua Castellana y Literatura en un Instituto de Educación Secundaria. Las oposiciones aún me tienen gastando más cuadernos y subrayadores que mis propios alumnos, pero sé que en algún momento a este gasto lo llamaré inversión.
Aunque la generación a la que pertenezco es confusa, sí sé que nací en Badajoz, y que en esta misma provincia nacieron mi bisabuela, mi abuela y mi madre. Nuestras generaciones han conocido diferentes Extremaduras y, sin embargo, cuando escucho algunas historias y veo algunas fotografías entiendo más cosas de las que desconozco. Viví en Badajoz hasta los 18 años y solo en el 2021 volví a pasar un año completo en mi ciudad. Estudié Filología Hispánica en Sevilla, pero el Máster de Formación del Profesorado lo cursé en Cáceres (2021-2022). Por haber vivido fuera he echado más de menos Extremadura y he aprendido a valorarla, y no tuve ninguna duda de que opositaría para quedarme en mi región.
¿A qué querías dedicarte?, ¿Por qué elegiste tu profesión?, ¿Te imaginabas desarrollando el trabajo que realizas hoy?:
Nunca supe con certeza a qué quería dedicarme y por «abrirme puertas» estudié el bachillerato tecnológico. Comencé el Grado en Ingeniería en Diseño Industrial y Desarrollo del Producto, pero dejé de querer ser ingeniera casi al final del primer curso. Entendí que las Letras y las Humanidades me interesaban mucho más y me gradué en Filología Hispánica. Decidí darme una oportunidad en el campo de la educación y me fui a Nueva Zelanda para trabajar como Auxiliar de Conversación en dos institutos. Me encantó la experiencia. Después de un par de másteres, algunas dudas y unas oposiciones me he convertido en profesora de Lengua Castellana y Literatura.
No sé si la elegí o fue llegando poco a poco a mí; todos decían que Filología solo servía para ser profe de Lengua. Terminé la carrera y no quise hacer el Máster de Profesorado, sino que preferí conocer el mundo de la educación en el extranjero, enseñando el español como segunda lengua. Fue en Nueva Zelanda donde volví a pisar un instituto, esta vez como profesora, y fue una experiencia muy, muy enriquecedora. Me di cuenta de que no se me daba mal ser paciente, empatizar y escuchar a los adolescentes. También comprobé cómo lo que había estudiado en la carrera finalmente pasaba de los manuales a la práctica. Al regresar a España, todos mis estudios se han dirigido a formarme como profesora, tanto de ELE (Español como Lengua Extranjera) como de LCL (Lengua Castellana y Literatura).
No me imaginaba desarrollando el trabajo que realizo hoy. Y, sin embargo, mis mejores recuerdos como alumna van ligados a mi maestra y a mis profesores de Lengua, en primaria y en secundaria. Siempre me pareció que quienes enseñaban esta materia lo hacían con una pasión especial, sin mostrar ningún tipo de frustración por haber colgado la bata antes de tiempo; y en la carrera conocí a estudiantes brillantes que tenían clarísimo que se dedicarían a la enseñanza. Creo que las Humanidades y la educación están íntimamente conectadas, y la subversión que ambas esconden me encanta. Ahora mismo no podría imaginarme desarrollando otro trabajo.
Háblanos de tus logros y de las dificultades que has encontrado en tu carrera profesional:
A veces, no tener una vocación profesional te puede complicar un poco la vida, sobre todo a la hora de tomar decisiones. Elegir (equivocadamente) el bachillerato tecnológico, por ejemplo, hizo que llegara a Filología Hispánica sin saber nada de Latín. Pero trabajé duro y al final veni, vidi, vici.
A nivel profesional, siento que fue todo un logro conseguir la beca para trabajar en Nueva Zelanda: me demostró que mis resultados en la carrera eran valorados y, además, pude aunar en una misma experiencia mis ganas de vivir en el extranjero y mi curiosidad por la educación. Más tarde, y antes de opositar, estuve buscando trabajo como profesora de ELE en España… y no fue nada bien. Querer vivir en Extremadura tampoco me ayudaba en este sector. Esto, entre otras razones, me impulsó a cambiar ligeramente mi rumbo dentro de mi carrera profesional, pasando de ser profesora de ELE a serlo de LCL.
¿Qué consejos y sugerencias podrías hacernos?:
Mi cortísima experiencia laboral aún no me permite dar demasiados consejos, más bien, recibirlos. No obstante, se me ocurre un pequeño consejo: no des por hecho nada, evita los prejuicios, escucha, conoce y nunca dejes de aprender. Es difícil estar al día con el presente, y por eso la formación constante es vital, no solo en el aspecto académico o tecnológico, sino también en el social, el político, el ideológico, etc. En educación se tiene muy presente la idea de que nunca se deja de aprender; es algo que nos hace crecer, a niños, a adolescentes y a adultos. Por eso, intenta seguir alimentando tu gusto por aprender.