Amparo, a nosotras nos inspiras, ¿quieres presentarte?:
Soy Amparo Díaz Almeida, de Badajoz. Cambié de profesión y de país con más de 30 años. No tenía ni idea de cómo lo haría, pero sí sabía lo que quería, así que me dije: Palante.
¿A qué querías dedicarte?, ¿Por qué elegiste tu profesión?, ¿Te imaginabas desarrollando el trabajo que realizas hoy?:
Si hace 20 años me hubieran hablado de mi vida actual habría pensado que se estaban quedando conmigo. La verdad es que he dado no uno, sino varios giros de 360 grados. Había estudiado Trabajo Social y, aunque estuve años dedicada al ámbito asociativo y de la cooperación internacional, siempre acababa dando formación o vinculada a proyectos educativos, así que, para combatir la precariedad contractual, decidí prepararme unas oposiciones para ser profesora de Secundaria. Solicité una beca al Ministerio y con la concesión pagué la matrícula del Máster de Formación de Profesores y estuve un curso yendo y viniendo a Cáceres, donde estaba la academia con la que me preparaba.
Sentía que hacía lo que tocaba y, como cualquiera que haya opositado pensaba que la recompensa llegaría a largo plazo. Pues no. Aquel año se congelaron las oposiciones y no pude hacer el examen, así que, mi cabreo y yo nos fuimos a la playa a buscar curro en hostelería.
Tenía trabajo y me mantenía, pero era mi plan b. Tenía claro que me encantaba la docencia y, sin pensarlo demasiado, hice un posgrado de metodología de la enseñanza de Español. A la vez trabajaba en hostelería y me organicé para sacar tiempo y compaginarlo con un Máster en Lingüística Aplicada.
Empecé a dar clases, me gustaba y los estudiantes estaban contentos, así que me las arreglé para exportar el paro a Inglaterra y enseñar la lengua allí.
Háblanos de tus logros y de las dificultades que has encontrado en tu carrera profesional:
Los primeros meses fueron durísimos sin el dominio de la lengua, el dinero contado y cero apoyo emocional in situ porque todo está por hacer cuando migras. Afortunadamente, la comunidad hispana es enorme en Reino Unido y a mí me ayudó muchísimo hablar y aprender de la experiencia de quienes llevaban más tiempo que yo allí.
Poco a poco llegan los logros, pero hay que tener mucha paciencia y ser cabezota. Mi primera oportunidad como profe llegó después de estar seis meses «llamando a puertas». Me busqué la vida para darme a conocer como profesora voluntaria en una asociación de la universidad y al cabo de ocho meses estaba compaginado mi labor como profesora del Instituto Cervantes con otras instituciones educativas.
También me di de alta como autónoma después de un año allí y siempre he compaginado mi trabajo por cuenta ajena con el de autónoma. En Inglaterra, como en otros países de Europa, no hay que pagar cuotas mensuales, sólo debes llevar un registro de ingresos y gastos y pagar de acuerdo a lo que factures. Existe la compatibilidad de regímenes y está todo sistematizado y si quieres, puedes trabajar por cuenta ajena y cuenta propia a la vez. Se pagan más impuestos porque se penaliza el tener varios pagadores, pero a mí me da mucha satisfacción contar con la posibilidad de innovar y con libertad de acción, aunque reconozco que es arriesgado y hay meses en los que no sabes lo que vas a cobrar.
Llevo casi 10 años en Reino Unido como profesora de español. He enseñado en instituciones privadas, en institutos y en la universidad y tal vez lo que más me haya curtido haya sido llevar la coordinación académica de un proyecto de enseñanza de español en una asociación de personas jubiladas. Creo que este puesto me ha permitido aunar todo: Trabajo Social, Educación y Lingüística. Es chulísimo, pero no hay cabida para hacerlo por cuenta ajena, así que siento que llega el momento de apostar mucho más por el trabajo autónomo, de aprender herramientas de marketing y de acercarme a España.
¿Qué consejos y sugerencias podrías hacernos?:
Me gustaría formar parte de una red de mujeres profesionales online con las que aprender y sentirme acompañada en este momento de transformación profesional.