Cristina, a nosotras nos inspiras, ¿quieres presentarte?:
Mi nombre es Cristina Mendoza Holgado, soy extremeña de nacimiento y de corazón, tengo un gran arraigo a mi tierra, me gusta disfrutar de ella y todas las posibilidades que ofrece. Yo nací en Cáceres y siempre he residido en mi ciudad natal salvo algunos meses que estuve viviendo en Guadalupe (Cáceres), allí comenzó mi vida laboral.
Me diplomé en Terapia Ocupacional en la Universidad de Extremadura, posteriormente compaginé mi trabajo como Terapeuta Ocupacional con la licenciatura de Antropología Social y Cultural. Durante toda mi carrera profesional he seguido un proceso formativo continuo. He alternado la formación encaminada a la práctica asistencial con la formación para adquirir competencias en investigación, porque la investigación también nos hace profesionales más capaces y cualificados. Este recorrido, y la convicción de que la Terapia Ocupacional en Extremadura necesita crecer desde todos los ámbitos, me llevó al doctorado, proceso que culminé hace un año. Sin duda, ha sido la etapa más enriquecedora de mi vida académica.
Desde hace más de 15 años trabajo en Cáceres, en el Centro de Salud de Mejostilla, como Terapeuta Ocupacional en el Plan Integral de Atención al Deterioro Cognitivo en Extremadura (PIDEX) e intento seguir vinculada al campo de la investigación en la medida de mis posibilidades.
Por otro lado, tengo la suerte de formar parte de la Junta de Gobierno del Colegio Profesional de Terapeutas Ocupacionales de Extremadura (COPTOEX), en la actualidad como vicepresidenta y, bajo mi punto de vista, no es sólo una forma de representar a la Terapia Ocupacional en Extremadura, sino también de ser y hacer Extremadura.
¿A qué querías dedicarte?, ¿Por qué elegiste tu profesión?, ¿Te imaginabas desarrollando el trabajo que realizas hoy?:
Pues a ser terapeuta ocupacional seguro que no, no creo que nadie a principios de los 2000 pudiera tener un referente dentro de la Terapia Ocupacional como para decir que quería ser terapeuta ocupacional, por lo menos no era mi caso, hay que tener presente que la primera promoción en la UEx empieza en el año 98.
Para mí, y espero no ser la única, con 17 años era difícil saber que quería en la vida. Para infortunio de mi familia cada vez que me preguntaban eso de «tú qué quieres ser» yo siempre respondía con un escueto «no sé».
Nunca, en ninguna de mis etapas formativas, he sido una «alumna brillante» como habitualmente llaman en el ámbito de la docencia, más bien lo contrario, así que tenía mucho recelo sobre mí misma y mis propias aptitudes. Creo que de alguna forma eso me suponía y ha supuesto una barrera para elegir devenir profesional.
Lo desconocido siempre tiene su magnetismo, creo que en eso se podría resumir casi todo. La Terapia Ocupacional es puro magnetismo.
Me gustaría decir que elegí mi profesión por vocación, pero realmente fue por desconocimiento. Llegado el momento de elegir barajé las opciones y mis circunstancias; vi las carreras, los planes de estudios y aquello de la Terapia Ocupacional parecía encajar en mis ideas. Y encajó.
Pues en cierto modo sí y no me imaginaba desarrollando el trabajo que realizo hoy. Cuando yo inicié mis estudios la presencia de terapeutas ocupacionales en Extremadura era reducida, los ámbitos y lugares de trabajo pocos, no había oposiciones… por eso muchas veces tenía la convicción de que no iba a trabajar como terapeuta ocupacional nunca. Sin embargo, eso que parecía una desventaja también era una oportunidad en sí misma porque había mucho terreno por el que poder crecer y, en Extremadura, por el contexto poblacional y sanitario, trabajar en el ámbito del deterioro cognitivo y la demencia era una de las opciones más plausibles.
Háblanos de tus logros y de las dificultades que has encontrado en tu carrera profesional:
El mayor logro que atesoro es haber hecho carrera como terapeuta ocupacional en Extremadura, y no sólo en lo asistencial, sino haber iniciado carrera investigadora. Soy la séptima terapeuta ocupacional que se doctora en la Universidad de Extremadura, he podido hacer mi tesis vinculada a mi trabajo que es un plan regional único en el ámbito sanitario a nivel nacional, creo que eso es un logro propio, pero también para la disciplina.
Actualmente la investigación no tiene ningún reconocimiento laboral en la administración pública, es más fácil encontrar trabas que facilidades. Todo el tiempo que inviertes en investigar lo consumes de tu tiempo libre, no revierte a nivel de carrera profesional o de procesos selectivos, no tienes concesiones para la docencia, cualquier jornada, congreso, etc. que quieres asistir es sacrificando vacaciones y consumiendo recursos personales. De alguna forma tienes la sensación de estar corriendo en el sentido contrario. Tener los motivos, las ganas y el apoyo para hacerlo es otro éxito. Ahora me complace seguir buscando y encontrando oportunidades para investigar.
Por otro lado, ser terapeuta ocupacional nunca ha sido fácil. La Terapia Ocupacional es la disciplina sanitaria con la media de edad más joven y la segunda en feminización, es decir; somos jóvenes y mujeres, pero además somos una profesión minoritaria dentro del campo de la salud. Hace 16 años que soy terapeuta ocupacional y 8 de ellos formando parte de la Junta de Gobierno de COPTOEX. En todo este recorrido ha habido que transitar muchos caminos nuevos, llamar a muchas puertas y sentarnos en muchos despachos y reuniones. Hemos visto cómo se nos trataba con indiferencia, cómo se nos privaba de credibilidad o incluso se nos hablaba con menosprecio sólo por ser quienes éramos, también hemos conocido la condescendencia, llevamos mucho peso acumulado en la espalda. Hacernos respetar como disciplina y profesionales ha sido y sigue siendo todo un reto.
¿Qué consejos y sugerencias podrías hacernos?:
El mejor consejo, o quizás el más oportuno, que yo he recibido en mi vida ha sido un simple «tú puedes» bien contextualizado.
Creer que es posible y que tenemos el derecho a intentarlo. Saber poner límites a la autoexigencia, evitar compararnos a otros y no tener prisa por llegar, saber parar si es necesario, porque llegar se llega, pero no a cualquier precio. No naufragar en la competitividad atroz, dejarnos ayudar cuando es necesario y tejer redes de apoyo.
Comprender que el fracaso forma parte del camino y es imposible saborear una victoria sin haber sufrido la derrota, que eso no nos hace de menos, sino seres humanos y que es la mejor forma de aprender y una cura de humildad. Saber respetar nuestros tiempos, nuestras circunstancias personales. Poder echar la vista atrás y decir que estamos orgullosos de lo hecho, aun cuando nos hemos equivocado, aun cuando los resultados no siempre son los que deseamos. Tesón y paciencia.