Yolanda, a nosotras nos inspiras, ¿quieres presentarte?:
Soy Yolanda Castaño Blanco, de Badajoz. Tengo 34 años. Estudié enfermería en la Universidad de Extremadura y acabé mis estudios en 2010. Posteriormente me matriculé en el Máster Universitario de Investigación, especialidad en Atención Sociosanitaria, y después de ello, me embarqué en los estudios de Doctorado, los cuales finalicé en 2017 como Doctora Internacional y por el que obtuve el Premio Extraordinario de Doctorado.
Durante los estudios de Doctorado, que realicé en el departamento de fisiología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Extremadura, conocí a gente maravillosa que me ha ido acompañando en toda mi carrera investigadora, y que ahora considero grandes amigos.
El objetivo de mi tesis fue evaluar el efecto de diferentes dosis de melatonina en la calidad del sueño, humor/estado emocional, nivel de dolor, ansiedad, calidad de vida, así como el estado antioxidante en pacientes diagnosticadas de fibromialgia severa. Los resultados que obtuvimos fueron que a partir de 6 mg/día, mejoraba la calidad del sueño y se incrementan los niveles de melatonina en la orina de las pacientes. La calidad de vida y los niveles de cortisol mejoraron desde la dosis de 9 mg/día y, además, todas las dosis de melatonina disminuyeron el grado de dolor y los niveles de ansiedad, incrementando el estado antioxidante tanto en suero como en orina de las pacientes; por tanto, concluimos que la melatonina podría ser un tratamiento adyuvante en pacientes con fibromialgia.
El realizar la tesis sin beca ni financiación alguna resulta duro y en muchas ocasiones se hace cuesta arriba, pero cuando acabas todo el proceso, reconoces que merece la pena, porque te das cuenta de que has aportado un granito de arena para que la ciencia siga avanzando.
Por otro lado, mientras realizaba mis estudios, tanto de Máster como de Doctorado, compaginaba mi actividad académica con la actividad laboral en diferentes unidades hospitalarias, ejerciendo como enfermera y alternando con sustituciones como profesora en la Universidad.
Años más tarde (2019) comencé a formarme como residente de enfermería familiar y comunitaria en un centro de salud de Cáceres, lo que me ha dado una visión mucho más amplia de mi profesión y me ha permitido especializarme en atención primaria, la cual es el pilar de la sanidad.
Al finalizar esta formación, me incorporé a mi plaza del Servicio Extremeño de Salud en Santa Marta de los Barros, donde estuve hasta diciembre de 2021, momento en el cual dejé la plaza en excedencia para incorporarme al Centro Universitario de Mérida, en el Departamento de Enfermería, donde trabajo actualmente, teniendo dedicación exclusiva a la docencia.
En mi opinión, Extremadura lo tiene todo, grandes espacios naturales inigualables, entornos rurales preciosos, Cáceres, Mérida y Monasterio de Guadalupe como Patrimonio de la Humanidad y Badajoz, con la Alcazaba más grande Europa.
Para mí, Badajoz es todo… Es el lugar donde he nacido, crecido, formado… y, al fin y al cabo, donde están mis raíces. Considero que es la ciudad perfecta, en la que tenemos de todo, eso sí, a pequeña escala. Es una ciudad cómoda, en la que puedes llegar a cualquier sitio a pie, segura, con baja polución, y con una amplia oferta cultural y de ocio. ¡No la cambiaría por ninguna otra!
He conocido muchas ciudades, y cada vez valoro más la calidad de vida que tenemos aquí. El gran ¨pero¨ serían las penosas comunicaciones que tenemos con respecto al resto del país, con un aislamiento que nadie parece poder cambiar. Extremadura, la “gran desconocida”, es mi tierra, y me siento muy orgullosa de ella.
¿A qué querías dedicarte?, ¿Por qué elegiste tu profesión?, ¿Te imaginabas desarrollando el trabajo que realizas hoy?:
Desde pequeña estuve apuntada a múltiples actividades. A nivel deportivo me gustaba absolutamente todo, practicando, entre otros, baloncesto, balonmano, patinaje, taekwondo, gimnasia rítmica… Finalmente, las disciplinas que ganaron fueron judo y ballet.
Como dato curioso, decir que siempre me había gustado jugar al fútbol, pero en mi colegio no me dejaban federarme (no había ninguna niña federada), y finalmente después de mucho insistir (con tan solo 10 años ya sabía y estaba convencida de la frase de “quien la sigue la consigue”), y hablar con los responsables y conseguir que me vieran jugar, me permitieron ser la primera niña federada de todo el colegio. En aquel momento me puse muy contenta porque por fin podría jugar la liga, pero hoy me doy cuenta de que ese hecho marcó un antes y un después para muchas niñas de mi edad.
Poco a poco, fui seleccionando lo que más me gustaba, y, al final, lo único que mantuve fue el ballet. Comencé con 5 años, y he estado bailando durante más de 25 años.
El ballet ha formado parte de mi vida, puesto que me ha regalado grandes amistades, vivencias, experiencias, y además, en los primeros años de mi vida laboral, trabajo, ya que estuve trabajando como profesora de danza durante 7 años.
Por otro lado, con 6 años, comencé en el Conservatorio Superior de Música, tocando el arpa durante 9 años, pero con el tiempo se hizo cada vez más complejo compaginar esos estudios con el colegio, debido a lo exigente que es la carrera de Música. De hecho, cuando estaba en 3º de E.S.O, recuerdo que un profesor me llegó a decir “como consigas aprobar el curso, con todo lo que tienes entre manos, te hago un monumento”, porque ese año ya se me empezó a hacer cuesta arriba compaginar todo lo que hacía… ¡Pues lo aprobé! Aunque también es verdad que todavía sigo esperando ese monumento…
El año siguiente ya tuve que decidir, y, finalmente con 16 años, dejé el Conservatorio. Aún recuerdo el estrés permanente de Bachillerato, con la coletilla de “hay que sacar nota”, para poder estudiar lo que querías.
Cuando se acercaba el momento de elegir qué estudiar, tenía muy claro que quería hacer alguna carrera sanitaria, dedicarme a alguna profesión en la que estuviera en contacto con la gente y en la que pudiera ayudarles, y finalmente me decanté por Enfermería.
Elegí mi profesión porque me encanta el trato con el paciente, ayudar a las personas y todo lo relacionado con su cuidado.
Las profesiones sanitarias implican una gran vocación. En particular, Enfermería, requiere de un trato muy cercano con el paciente y familia, y, además, enfrentarse a situaciones muy complejas y delicadas, para las que tienes que estar preparada, tanto profesional como emocionalmente.
Por otro lado, no siempre conseguimos el reconocimiento ni el respeto social que merecería nuestra profesión, pero es una cuestión que viene de años y que poco a poco va cambiando.
Es una profesión que requiere de muchos conocimientos teóricos y técnicos, y que se encuentra en continua evolución, por lo que requiere de un compromiso con la profesión, en la que, a través de una formación continuada, te permita estar permanentemente actualizado.
En mi opinión, es la profesión más bonita y humana a la que te puedes dedicar, por lo que, si volviera a empezar, elegiría de nuevo Enfermería.
Diría que no me imaginaba desarrollando el trabajo que hago hoy.
Cuando cualquier persona piensa en un enfermero/a, automáticamente lo encasilla trabajando en un hospital, pero lo cierto es que la profesión enfermera va mucho más allá.
Tenemos 4 ramas a las que poder dedicarnos, y, una de ellas, la asistencial, es la más conocida. Implica el trato directo con el paciente, ya sea en Atención Primaria, Atención Hospitalaria, Centros Residenciales de Mayores, etc.
Por otro lado, tenemos la rama docente y la rama de investigación, a las cuales me dedico en la actualidad, y, por último, la rama de la gestión.
La rama docente y de investigación son pilares fundamentales en Enfermería. Implican compromiso hacia la misma, debido a la formación continua que debemos realizar para mantenernos actualizados y poder así dar una formación de calidad a nuestro alumnado. Asimismo, la investigación va de la mano con la docencia, debido a que el único modo de avanzar es mediante la investigación, la cual requiere mucho esfuerzo.
Cuando terminé la carrera, quería trabajar con pacientes, y a día de hoy, sigo diciendo que la rama asistencial me apasiona, a pesar de los turnos, las guardias, el peligro de la carretera, las carreras en ambulancia, las condiciones de estrés en las que trabajas en atención continuada… Aún así, ¡me encanta! De ahí que diga que tiene que ser muy vocacional.
Al principio, fui alternando ese trabajo con mi formación en investigación y docencia. He de decir, que en un primer momento no me quería dedicar a la investigación “ni por asomo”. No me llamaba la atención en absoluto, pero por la insistencia de mi familia, comencé con el Máster Universitario de Investigación, y, posteriormente, y un poco por inercia, me metí de lleno con el Doctorado.
Una vez que empecé con ello, mi visión al respecto cambió, siendo mucho más positiva y dándole la importancia que se merecía. Al final, te das cuenta de que la docencia y la investigación, son el fundamento de la evolución.
Nunca pensé que fuera a dedicarme a formar a futuros enfermeros, porque es algo que como digo “nadie te cuenta”, ni la existencia, ni la posibilidad de dedicarte a otras vías diferentes a la asistencial; pero he de decir, que después de haber abordado las diferentes opciones, tanto la vía asistencial como la docente me apasionan a partes iguales.
Además, una de las cosas que te permite la rama docente e investigadora es la movilidad. Gracias a ello he podido conocer el modo de trabajar en otros países, como Portugal o Noruega.
Háblanos de tus logros y de las dificultades que has encontrado en tu carrera profesional:
Cambiaría la palabra dificultad por esfuerzo, porque todo conlleva mucha constancia, esfuerzo y sacrificio. Nadie regala nada en esta vida.
Lo que he conseguido a lo largo de los años ha sido a base de esfuerzo y dedicación, que con el paso del tiempo han dado sus frutos.
Cuando terminé la carrera, estábamos en plena crisis, y no había demasiado trabajo, por lo que aproveché los contratos que me ofrecieron, tanto por la vía asistencial como por la docente, además de formarme haciendo un Máster y cursos de formación continuada.
Me embarqué en el Doctorado sin beca alguna, lo que requiere el doble de esfuerzo, puesto que tienes que trabajar por tu cuenta, y en el tiempo restante, dedicarte a tu investigación.
Hay que potenciar la investigación, y animar al alumnado a que investigue, pero con la falta de fondos dedicado a ello, es difícil alentarles a que se inicien en algo que no les va a aportar ningún tipo de compensación económica.
La investigación debería tener mucho más apoyo económico, puesto que es el pilar de la evolución, en el amplio sentido de la palabra. Es una pena, que grandes investigadores españoles tengan que emigrar para poder dedicarse a ello, puesto que aquí no tienen oportunidades.
Durante todos esos años de inestabilidad laboral, seguí estudiando a la vez que trabajaba, para prepararme el examen EIR (Enfermero Interno Residente), en el cual conseguí plaza el mismo año que obtuve plaza tras concursar en las oposiciones del Servicio Extremeño de Salud, además de realizar cursos de formación continuada y de formación específica para la docencia.
Destacar de mi paso como Residente de Enfermería Familiar y Comunitaria que, a pesar de ser una gran experiencia tanto a nivel personal como profesional, también pasamos momentos muy duros debido a la pandemia, donde sufrimos ola tras ola, pérdidas de cientos de personas, debido al elevado contagio de la ciudad de Cáceres, con los escasos medios que disponíamos.
No obstante, a pesar de ello, fueron dos años de los que guardo muy buenos recuerdos. Para finalizar esta etapa, no pude terminar más satisfecha, puesto que, tras las calificaciones obtenidas en las diferentes rotaciones durante los dos años, me concedieron el Diploma al Mejor Expediente de la promoción.
A día de hoy, aún teniendo estabilidad laboral y la tranquilidad de tener mi plaza, sigo estudiando y formándome para ampliar mis conocimientos en mi campo y mantenerme actualizada. Actualmente, estoy realizando un experto universitario.
Mi tiempo libre siempre ha sido escaso, pero esto se ha convertido en una ventaja, puesto que desde pequeña me ha ayudado a organizarme y sacarle el máximo partido al tiempo, que tan rápido se nos escapa.
¿Qué consejos y sugerencias podrías hacernos?:
Que no hay nada imposible, y que todo se puede conseguir con constancia y esfuerzo.
Por otro lado, que cada uno se forme y estudie lo que realmente le apasione, y que luche por intentar ser el mejor en lo suyo y, por supuesto, que intentemos transmitir de un modo u otro todo lo que vamos aprendiendo, porque si no se transmite el conocimiento, este muere con uno mismo.
Al final, es una “obligación” moral que debemos tener como profesionales de cualquier ámbito, porque nuestros últimos beneficiarios son las personas, mejorando su bienestar en cualquier esfera de la vida.